miércoles, 31 de marzo de 2010

Cultura Paraguaya

Cultura Paraguaya

Las manifestaciones culturales paraguayas en todas las artes está influenciada por las culturas aborígenes.

Los guaraníes fueron agricultores y artesanos. Recibieron la influencia de los misioneros que enseñaron a trabajar la tierra, catequizaron la población guaranítica.

Son muchos los esfuerzos que realizan entidades paraguayas, para mantener vigente su cultura autóctona, rescatar y valorizar el guaraní como lengua y de mostrar su cultura al mundo.

Música

La música es una de las expresiones más singulares e identificadoras del Paraguay. La misma apareció como creación del criollo, a mediados del siglo XIX. La Polca, que adoptó el nombre de un ritmo europeo, es la forma más típica y tiene sus versiones ligeramente distintas en la Galopa, el Kyre’ÿ y la Canción Paraguaya. Las dos primeras son más rápidas y alegres que la polca convencional y la tercera, un tanto más lenta y melancólica. Otras formas populares constituyen el Purahéi Jahe’o y el Compuesto, que cantan generalmente historias tristes, amorosas o épicas.
La polca suele apoyarse en una letra poética, pero existen piezas instrumentales emblemáticas de la música paraguaya como Pájaro Campana de Félix Pérez Cardozo.

La Guarania es la segunda forma más conocida de música paraguaya y la misma fue creada por el gran músico José Asunción Flores en 1925, con un ritmo más lento que expresa admirablemente el carácter melancólico del hombre paraguayo. Cuando esta nueva forma alcanzó un gran éxito, el músico avanzó un poco más en su innovación y creó la guarania sinfónica, cuyos ejemplos son las conocidas piezas Mburicaó y Panambí Verá. Sus composiciones más ambiciosas fueron los poemas sinfónicos como María de la Paz y Ñanderuvusú.

La música paraguaya se apoya fuertemente en dos instrumentos: la guitarra y el arpa, cuyos primeros ejemplares fueron traídos por los conquistadores y encontraron carta de nacionalidad y estilo propio en el país. Félix Pérez Cardozo fue el artista que llevó al arpa paraguaya a su trascendencia internacional, junto a Digno García, Luis Bordón, y Lorenzo Leguizamón. Entre los mejores cultores contemporáneos están Nicolasito Caballero, César Cataldo e Ismael Ledesma, este último un gran innovador de la música de arpa.

La guitarra encontró un eximio compositor e intérprete en Agustín Pío Barrios (también conocido como "Mangoré"), calificado por la crítica como el “Paganini de la guitarra”, que creó composiciones de alta técnica como La Catedral, Las Abejas y Danza Paraguaya.

A partir de la década del 40, muchos músicos paraguayos y podría decirse los mejores, sufrieron el destierro o se autoexiliaron por la difícil situación que vivía el país. Junto a los citados José Asunción Flores y Agustín Barrios, puede mencionarse a Herminio Giménez, Carlos Lara Bareiro y Francisco Alvarenga.

Entre los músicos que quedaron en el país, Remberto Giménez creó la Orquesta Sinfónica de la Ciudad de Asunción y Juan Carlos Moreno González la Zarzuela Paraguaya. Otros importantes autores posteriores son Florentín Jiménez, Luis Cañete, Nicolás Pérez González y Luis Szarán.
Entre los grandes compositores de música popular están Mauricio Cardozo Ocampo, Agustín Barboza, Herminio Jiménez, Demetrio Ortiz y el requintista Efrén Echeverría.

A partir de los años 70, la música paraguaya mostró señales de renovación y aparecieron la corriente del Nuevo Cancionero y la Avanzada de Oscar Nelson Safuán. El Nuevo Cancionero tuvo creadores prolíficos como Maneco Galeano y Carlos Noguera, e intérpretes destacados como el grupo Ñamandú y el grupo Sembrador. En otra línea experimental que combina diferentes lenguajes musicales se inscriben los músicos René Ayala y Rolando Chaparro. En una línea más cercana a lo tradicional, hay que mencionar al requintista Juan Cancio Barreto y al dúo Vocal Dos, entre otros.

A partir de los años 80 se nota una gran actividad de la música culta, con nuevos nombres que van alcanzando reconocimiento: Daniel Luzco, Saúl Gaona y Diego Sánchez Haase. La guitarra culta ha dado dos nuevas intérpretes de refinada técnica: Berta Rojas y Luz María Bobadilla, en tanto se crearon la Orquesta Sinfónica Nacional y varias orquestas juveniles. Un creciente movimiento de rock nacional y la nueva “Canción Social Urbana” aportan lo suyo en el rico panorama actual de la música paraguaya.

Danzas

La danza paraguaya tuvo una historia paralela a la del teatro, haciendo camino sobre una fuerte herencia española. El baile de la Polca, conocida hoy como ritmo típico del Paraguay, nació en las huellas de la polca europea traída por los colonizadores, y las danzas tradicionales como el Pericón, la Palomita, el Chopï y el Solito, surgieron como variaciones populares de las danzas de salón que la clase aristocrática bailaba.

Hasta muy entrado el siglo XX, la danza cultivada en el Paraguay se circunscribió a estas modalidades populares y a la danza clásica que empezó a enseñarse en algunas academias como las de Tala Ern de Retivoff y Bertha Ortiz Faithman. Entre los primeros elencos importantes que se formaron se cuentan el Ballet Folclórico Municipal y el Ballet Clásico y Moderno Municipal, en la segunda mitad del siglo XX. Entre los nombres que abrieron camino a la danza en el Paraguay están los de Teresa Capurro, Celia Ruiz de Domínguez, Reina Menchaca, Nicole Dijhuis, y los hermanos Miguel y Perla Bonnín.

El lenguaje de la danza contemporánea ingresó al Paraguay en la década del 80, con la llegada de algunos maestros extranjeros y la pasantía de bailarines paraguayos en importantes compañías extranjeras. La figura más destacada de esos años, continuadora de la línea clásica en la mayoría de sus roles de repertorio, fue Eliana Rodas.

Entre los renovadores de la danza paraguaya están Graciela Meza, Marisol Pecci, Carmiña Martínez, Mary Carmen Niela y Wal Mayans. El Ballet Nacional y otros nuevos elencos abrieron camino a esta danza, que hoy asume temas universales o autóctonos con un lenguaje nuevo que no desdeña combinarse a veces con el teatro u otra expresión artística.

Teatro

El teatro paraguayo nació con una fuerte herencia española, en las huellas de las primeras escenificaciones de piezas traídas de la península, de autos sacramentales y pequeñas óperas. Esta influencia continuó hasta la época dorada de las zarzuelas y comedias españolas, ya entrado el siglo XX, en algunos casos con la venida de elencos españoles.

A Ildefonso Antonio Bermejo se debió la creación del Teatro Nacional, con la edificación de una sala, la conformación de un elenco y la contratación de compañías extranjeras, con los auspicios del presidente Carlos Antonio López, en la segunda mitad del siglo XIX.

El teatro paraguayo empezó a mostrar rasgos claros de identidad en las primeras décadas del siglo XX, con algunas figuras que dieron un fuerte impulso a esta expresión, como Josefina Plá, Roque Centurión Miranda, Fernando Oca del Valle, Manuel Ortiz Guerrero y Julio Correa, este último, uno de los creadores del teatro en guaraní. En 1940 se crearon la Compañía Paraguaya de Comedias y la Compañía del Ateneo, y en 1948, la Escuela Municipal de Arte Escénico.

A esta generación pertenecieron los dramaturgos más prolíficos que ha dado el Paraguay, entre los cuales están Mario Halley Mora, José María Rivarola Matto, Arturo Alsina y Josefina Plá.
El teatro popular tuvo un notable florecimiento en las décadas del 30, 40 y 50 del siglo XX, con elencos destacados como los de Julio Correa, Ernesto Báez-Emigdia Reisófer y Roque Sánchez-Graciela Pastor. Los Compadres, dúo cómico integrado por César Alvarez Blanco y Rafael Rojas Doria, se sumó un poco más tarde a esta línea teatral y en otros géneros se destacaron figuras tales como Héctor de los Ríos, Jacinto Herrera, Mario Prono y María Elena Sachero.

Los años 60 y 70 vieron la aparición del Teatro Independiente, que renovó el teatro paraguayo en temática y lenguaje, iniciando caminos experimentales y propuestas innovadoras, al servicio de los temas sociales y humanos que no habían sido enfocados con profundidad hasta entonces. Se destacaron en esos años algunas compañías como La Farándula, Arlequín Teatro, Teatro Popular de Vanguardia, Tiempoovillo, Aty Ñe’e y Teatro Estudio Libre.

Entre los elencos de más reciente formación se cuenta el del Centro de Investigación y Divulgación Teatral, dirigido por Agustín Núñez, figura importante del teatro paraguayo contemporáneo, quien dirigió la puesta en escena de la novela “Yo El Supremo” de Augusto Roa Bastos, uno de los montajes más espectaculares y elogiados realizados en el país en las últimas décadas.

Otros importantes directores del teatro paraguayo actual son José Luis Ardissone, Miguel Gómez, Raquel Rojas, Tito Chamorro, Maluli Vera y Wal Mayans.